Ayer subió el río hasta el puente
Haciendo su libertad
cautiva
cambiando su silencio
por el grito
al que segó su sino de
repente.
Con sus dudas
sembradas en la frente
Ayer pasó al pasado
lentamente
llevado por las aguas
a la deriva
Con preguntas ahogadas
en su mente.
Hoy contemplo la
figura del coloso
Abatido ya sin
fuerzas, deprimente
El que lleva en su
corazón de lata
El cariño y el
recuerdo de sus gentes.
Ahí sus restos día a
día se enmohecen
Sin que nadie baje a
socorrerlo
ni amigos, ni sus gentes,
ni su pueblo
que lo lloran con el
luto que merece.
No dejemos que el
pasado con su historia
haga de este hecho una
costumbre
que este puente brille
al sol rápidamente
sacándolo de esta
triste podredumbre.
Ha dejado huérfano a
todo un barrio
que con honor lleva su
nombre
que jura que más tarde
o más temprano
Te alzarán en
pedestal. ¡O aquí no hay hombres!
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