Parece que esta mañana, el cielo ha recuperado la tranquilidad.
El viento se ha calmado y en mi patio se respira ese olor al huerto y a jazmín.
Los pájaros vuelven a él. Pues gustan picotearlo.
Yo
lo veo desde dentro y me encanta observarlo. Es algo maravilloso, cuando abro
la ventana y veo esos paisajes que pinta la madrugada.
Me
he perdido en el recuerdo, cuando otros campos miraba. Recuerdo el muro de
piedra que del mundo nos separaba, de aquel patio blanqueado, con desconchado y
desierto, eran mis años de niña que viví en el convento, tanto fuera en el
verano, o en el frío del invierno.
Recuerdos
de infancia viva, porque la infancia no muere, que siempre se quedan dentro de
nosotros escondida.
El
recuerdo del momento que viví, me ha despertado de un sueño, y me ha dicho:
aquí, seguimos. Deja de hurgar en tu mente. ¡Deja el pensar en pasado y dale
permiso al presente!
Y
en presente pienso, rememorando aquel pasado y despido a una amiga que formó
parte del. María García Hidalgo.
Caen
las últimas hojas del calendario del 2012, rasgando la brisa a penas con un
susurro de neblina rosada, llevando en su vuelo
el
suspiro leve del dolor final y palabras de resignación, cual hermoso verso, Sé,
me dijo:
“Este es el final, reza por mí”.
Y
le contesté: Él está en ti, no tengas miedo, con un sabor a final, que no lo
es, ya que solo es el traslado a un mundo mejor.
Sabor
esperanza y sabor malva en los matices del día frío, como cuando nació el niño
de belén.
Pasan
por mi pensamiento, aquellos minutos de despedida, pero que me sabe a comienzo
por una amiga que se marcha a toda prisa, seguro que Jesús la quería con Él en
esta navidad.
Una
llamada telefónica me hace prever que esas serían mis últimas palabras con ella.
Su
débil lamento de dolor, casi disimulado, me advirtió que debía despedirme de
inmediato. Más fue tanta su generosidad que aún sacó fuerzas de flaqueza para
interesarse por mi salud.
Su
vida compartida en muchas ocasiones, con muchas horas diarias incluso noches,
con la señorita Laura, hizo que se le contagiaran sus virtudes.
Yo
las veía muy parecidas a las dos. Hasta en el físico se me parecían un poco.
Pelo blanco, ensortijado, alta delgada y el caminar ligero. Eso en lo que la he
conocido, me di cuenta de que su actitud era muy correcta pero enérgica. Por
eso digo del parecido que le veía, con nuestra señorita Laura.
Para
los que creemos en una vida eterna llena de gozo, sabemos que ellas han tenido
la oportunidad, de reencontrarse con el Padre en ese maravilloso lugar. Allí se
acabó el sufrimiento y ya, estarán rogando por todos los que las quisimos y por
todo su pueblo perote que la ha admirado hasta el último momento. Mujer que tuvo
el valor de una semana antes con fiebre alta y casi sin poder, asistir al
funeral de su prima.
Gracias
amiga María, que nos acompañaste en nuestra niñez junto a la señorita
caminando, durmiendo donde nos daban albergue y cargando los alimentos que las
buenas personas donaban para su niñas Segura estoy de que Dios, te lo ha pagado
el ciento por uno.
Gracias
amiga desde Tenerife, de quien siempre te ha querido. Desde
este lugar quiero reconocerlo públicamente. Gracias por tu generosidad. Un beso
muy grande allá donde te encuentres mi querida amiga María García Hidalgo.
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