miércoles, 29 de mayo de 2013

Recuerda, niña, recuerda.



Como una lotería, vine al mundo y sin saber
entre tantos espermatozoides, a mí me tocó nacer.
Cruzando el vientre materno, mis ojos vieron la luz
un día 30 de enero del año mil novecientos cuarenta y tres.
...
Hoy recojo mis vivencias, queriendo recordar,
esos días de mi infancia, esos días de inocencia.
¡Grito fuerte por si el eco me pudiese ayudar!.
Él tiene muchas más fuerzas, y traer a mi memoria,
todas aquellas vivencias.

*El eco me contestó: ¡recuerda, niña, recuerda!.
Aquellos días infantiles, allí junto a tu abuela
en una casa chiquita...

¡Recuerda, niña, recuerda!... cuando tu hermana Maruchi
te hacía esas muñecas. Esas muñecas de trapos,
debido a tanta pobreza.

¡Recuerda, niña recuerda!
La cajita de madera, de aquellos puros abanos, que os daba la estanquera, que usabas como cunita para la muñeca aquella.

¡Recuerda niña, recuerda!...
El olor de aquellos campos. El olor a hierba buena, de la mata del mastranto, el cantar de los arroyos, el azahar de la huerta.
Tus juegos por los trigales, salpicados de amapolas, oliendo a paja seca.
*Por eso te digo: ¡niña, ahora que eres abuela,
no te olvides de tu infancia!. ¡Recuerda niña recuerda!.

*¡Hola eco, desde aquí, agradecerte quisiera!.
¡Suena, suena sin descanso, hasta llegar a las puertas de todas aquellas personas que ayudaron en mi existencia!.
¡Suena eco, suena fuerte, para que te oigan ellas!.
Y diles...¡Que nos veremos, camino de las estrellas!.

María de los Ángeles López.

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