viernes, 7 de junio de 2013

AL IGUAL QUE LAS CHICHARRAS


Conservo aún el recuerdo, en el fondo de mi alma,
de esos largos recreos, que en la puerta del convento,
sentadas en la baranda, para el atardecer,
en el colegio nos daban.                                             

Y cuando el sol se marchaba, los campesinos sentados
a la sombra de las parras, esperaban ilusionados.
Y como si fuésemos hadas, se quedaban extasiados
en las tardes de verano, si nuestro coro cantaba.

Si nuestras voces sonaban, entonces enmudecían.
Los cantos de las chicharras. Al parecer, entendían
que a los buenos campesinos, nuestro coro, les encantaba.
Era el coro de las niñas, de la Señorita Laura.

Cantábamos, verdiales, fandangos, y malagueñas,
sevillanas y canciones regionales, de casi España entera.
Canciones de muchos lados y...un sin fin de melodías
que nos iban enseñando.

Recuerdo algunas de ellas. Lo hago con sentimiento,
pues la inventamos nosotras, y aunque pasados los años,
las tengo en mi pensamiento.
Por ejemplo: una era, “La Torre del convento.”-

Y cómo les voy diciendo, una lista interminable,
haciendo que los vecinos, al final de cada día,
después de duras jornadas, pasaran un rato agradable.
Ellos mismos nos decían (y así nos daban las gracias):

“No dejéis de cantar nunca, que al igual que las chicharras,
es un canto de alegría, que alegra nuestra jornada.
¡Seguid cantando, mis niñas!. ¡Niñas de la señorita Laura!
¡Seguid cantando mis niñas!, pues nos alegráis el alma”.

María de los Ángeles López

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