El 31 de diciembre es una de las fechas señaladas no solo
por la Navidad, sino de todo el año. Es desde luego, la tradición de todo el
mundo.
Al fin y
al cabo el deseo de despedir al año que muere y recibir al recién nacido es
algo que al parecer siempre ha formado parte de todas las culturas de la
tierra, aunque los calendarios entre ellas sean diferentes.
Pero no sé
si todo el mundo conoce que en Occidente también se celebra la noche de san
Silvestre.
¿Quien
fue este personaje?
Fue un
papa de la iglesia en el siglo IV. Una época bastante importante dentro de la
historia del cristianismo, ya que fue la que vio el fin de la persecución a los
cristianos.
Gracias
a él, cuenta la historia, se convocó el concilio de Nicea, se dice también que
fue él quien bautizó al emperador Constantino, aunque creo que no se tiene
constancia de ello, pero sí de que eran grandes amigos.
San
Silvestre murió la noche del 31 de diciembre del año 335, y desde entonces esta noche se convirtió en un
homenaje hacia él. Todavía hoy se hacen celebraciones en el norte de España
(especialmente en Galicia donde al igual que la noche de san Juan) es considerada, una noche de meigas. Y en
países latinoamericanos. En Alemania especialmente, donde la noche vieja es
conocida como la noche de San Silvestre. En una de estas noches sucedió algo
que marcó un gran recuerdo en mi vida.
-Un
recuerdo inolvidable
Desde
antes que amaneciera, desde muy temprano, las calles se engalanaban, para
celebrar la fiesta de fin de año.
Las
luces de la plaza de España con su gran escenario, grandes pantallas para poder
ver desde todos los ángulos, los grupos y orquestas que amenizarían la noche
tras las doce campanadas desde la torre del cabildo de Tenerife.
Las
gradas, el gran árbol de navidad. Botellas y copas de champan, confites y
fuegos artificiales
Hay que
ponerse guapos y todos engalanados salimos a la calle. La algarabía empieza a
fluir. Los jóvenes van haciendo acto de presencia como una oleada humana por la
calle del Castillo. Ni la niebla ni el frío de la noche, esconden los
sentimientos y las ganas de despedir al año viejo 1986 y recibir el nuevo 1987.
Todos nos divertimos. Mi hija mayor hizo su primera salida con sus amistades y
nosotros estaríamos en un punto marcado de acuerdo por un punto de encuentro
donde nos veríamos de cuando en cuando. Salió a la perfección y lo disfrutamos
al máximo, así todos contentos.
Así
transcurrió la única y primera noche vieja que mi familia celebraba en la calle
desde hacía 15 años. Fue como para que nunca la olvidásemos.
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