Como en
procesión sin orden volaban por los lugares,
más de un
centenar de pájaros lanzando un concierto al aire.
Es tanto el
estruendo que forman con sus cantares,
por el
campo silencioso, cruzando el cielo en la tarde.
Aprovechan
con tesón la caída del calor,
ya que les
va en ello el descanso confortable.
Su
particular parada nos invita a mirarles.
Observamos
un desfile improvisado, admirable,
de unos
seres libres dueños del más puro y bello aire.
Confieren a
estos vuelos una magia imponderable.
Nos dejan
las buenas noches, en estas tardes de hastío,
dejando en
las retinas un áurea mágica.
Y el
corazón se contenta viendo esta procesión mágica,
y siento en
mi corazón que ellos,
en la
naturaleza, me han dado una gran lección,
de disfrute
y fortaleza.
María Ángeles López.
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