miércoles, 25 de julio de 2012

Volver a empezar

Con nostalgia de su patria,
Parados al por mayor,
Huyen ya en desbandada.
Hoy, como ayer, ¡Qué dolor!
Volvemos a las andadas.
Antonio Vergara.











Hasta hace poco tiempo, España había sido un país de emigrantes. Gentes que buscaban sitios donde sobrevivir y a fuerza de muchas penalidades. Con mucho esfuerzo y trabajo, algunos incluso consiguieron triunfar. La mayoría emigraron por motivos económicos, pero muchos también salieron de España por razones políticas.

Algunos marcharon a países americanos. Allí llegaron canarios, tras grandes aventuras, ya que lo hacían en barcos de una forma penosa. Se fueron buscando trabajo y sus ahorros llegaban a las islas para sus familias, las cuales habían quedado atrás a la espera de los envíos que ellos pudieran hacerles que, en ocasiones, con el paso del tiempo iban invirtiéndolos en viviendas a las que muchos regresaron al cabo de muchos años.

Los jóvenes, mientras trabajaban, se casaron echando raíces familiares, motivos por los que ya no pudieron regresar. Otros han vuelto como los elefantes, a morir en su rinconcito querido.

Los españoles peninsulares, allá por los años sesenta, mayoritariamente se marchaban a países europeos. Gentes que emigraban temporalmente. Y otros que se amoldaron al país y formaron sus familias, pero siempre recordando su España con gran añoranza. Y una vez jubilados han regresado a ella.

Yo estuve a punto de emigrar a Suiza. Y aunque no lo hice a otra nación, sí lo hice a Canarias, donde me costó muchas lágrimas, pues, aunque la isla es bellísima, no me adaptaba al cambio y la lejanía.

Partir es morir un poco. Dejar atrás la familia, los amigos, el lugar donde has vivido. Tomar una decisión, poner un candado en tu puerta para abrir otra desconocida de la que aún no tenías llave. Tienes que lanzarte a una aventura que sólo la juventud y los deseos hacen que te sientas con fuerzas para abrazarte a ella. ¡La necesidad obliga!.

Pienso que esto se está repitiendo ahora en España. Por esta situación, tras años de 'vacas gordas'. Veo a parejas y, sobre todo, a jóvenes que han empezado a abandonar su propio país pues no les ofrecen garantías de vida. Hay un temor latente a volver a empezar.

martes, 24 de julio de 2012

La flor de flamboyán

15-07-2012 11:45



Decidimos ir a Santa Cruz de Tenerife y cuando pasamos por La Laguna aparece el sol que nos hará los honores durante la visita. Parques ramblas y jardines están colmados de flores, esas que dan los flamboyán, árboles que, según algunos, llegaron procedentes de Madagascar. También se le llaman árboles del fuego, por su parecido cuando están en plena floración, como sucede ahora; dan la sensación de las llamas.

Santa Cruz, candente, como el panorama que envuelve a España y que el entorno de nuestro recorrido hace que tanto turistas como residentes en las islas olviden todo lo malo que sucede mientras disfrutan de la excursión.

Hoy, como de costumbre, me interno en mis poemas preferidos. Es como el refugio del alma, de la situación que vivo. Busco en el pensamiento de los demás alguna similitud con los míos y mis deseos.

El tema del poema 'Anoche cuando dormía' yo lo veo como la esperanza a la ilusión, ya que después de tanta desgracia queda una ilusión para que Dios aparezca.

Me fijo en la fontana, donde nunca bebía. "Algo donde nunca bebí", Dice el poeta. ¿No será que el ser humano tampoco ha bebido de esa fuente misteriosa? (Y hablo de Dios).

La colmena. Otra cosa que me hace pensar. Las abejas convierten la amargura en "blanca cera y dulce miel". Ya sé que es una respuesta soñada, una ilusión, pero... "De la ilusión también se vive".

Como el poeta, vayamos aumentando nuestra esperanza, nuestra alegría, pues al final del camino siempre está Dios. Y que sea Él quien ilumine a las personas apropiadas para que esta situación que padecemos tenga un final feliz.

martes, 10 de julio de 2012

Por arte de magia

08-07-2012 20:41 

Me gustaría saber si en la Facultad de Medicina también se ha estudiado magia. ¿Y en la escuela de Enfermería? Lo pregunto porque en estos tiempos que corren se necesita esta asignatura para salvar unas circunstancias que, de verdad, sólo pueden ser resueltas por ese conocimiento.

Las deficiencias en la sanidad se notan en la falta de personal que se observa, especialmente en las plantas de los hospitales, donde los sanitarios hacen trabajos que no les corresponde, como transportar a los enfermos, o mover los carros de la comida.

En un periódico local de Tenerife he leído este titular: "El cierre de quirófanos en la Isla retrasará 800 intervenciones durante los tres meses de verano".

Hace unos días me visto de lleno en ese ambiente. Una urgencia de la que no me puedo quejar, ya que he recibido muy buena atención, concretamente un cateterismo al que me sometieron el pasado viernes.

En el quirófano el trato humano fue entrañable. Pero... al salir, me recomendaron sentarme en una silla, a al lado de de unos armarios repletos de material que repetidamente eran abiertos por el personal.

Mi suero lo colgaron en un pie compartido con otros tres pacientes recién salidos de quirófano. Antes de la intervención oí comentarios entre el personal como, ya tenemos que utilizar esparadrapo, la crisis ha hecho que el 'tensoplax' escasee.

Otro de los recortes por falta de personal en este periodo de vacaciones son las camas, por lo que han tenido que reducir el número y desviar pacientes a otros centros de la isla.

En fin, entre los nervios y lo que oigo me doy cuenta de la crisis que nos aprieta.

Terminada la intervención, salgo con una tiritona. Me aconsejan tomar algo calentito, por lo que mis hijas se apresuran a traer de la cafetería. Un buen café con leche me permitió entrar en calor, ya que el centro, con los recortes de la sanidad pública, ha dejado a los pacientes sin poder tomar un café o una infusión si no se lo compran sus familias.

¿Para tan poca cosa alcanza lo cotizado durante mis 37 años trabajando?

Me sentí fatal. Hora y media, si no fue más, sentada en aquella silla expuesta a la corriente cuando se abrían las puertas.

¡Esto no me parece ni digno, ni justo!

martes, 3 de julio de 2012

Un edificio desaparecido

Ahí pasé los tres últimos años de mi estancia en Álora. ¡Qué gran ilusión me ha hecho ver esta foto! Sentimientos, recuerdos y muchas historias guardadas en ese edificio. No sólo de mi vida, sino de muchas compañeras que compartimos años de nuestras vivencias junto con la señorita Laura y sus compañeras.

Ahí, los coros y danzas de la sección femenina, dirigidos por Pepito Rosas, como entonces llamábamos a este gran perote que ya se marchó, ensayábamos. Historias de tantos otros que en ese mismo edificio dedicaron años a la enseñanza y educación de muchos niños. Y, según tengo entendido, también fue hospital.

Este lugar ya fue demolido para dejar un rincón más moderno. Hoy muchos han regresado con la nostalgia de los años, fuera de su pueblo, debido a la busca del trabajo que en él escaseaba y esperando encontrar sus raíces intactas.

Hombres y mujeres que peinan canas deseosos de ver esa fuente en que sus madres solían cargar el agua para sus casas aguardando turnos, a veces de horas, para llenar su cántaro mientras los niños correteaban jugando al aro... esos niños que hoy han encontrado el hueco, el vacío, el cambio, pero que aún conservan es sus recuerdos todo esto que les cuento.

Algo en cambio nos ha impresionado de forma muy agradable. El nuevo diseño de la plaza, la de la Despedía. Moderna y entrañable a la vez. Lugar donde en diferentes ocasiones reúnen a todos los perotes para celebrar sus mejores eventos.

En mis recuerdos de niña, están los tejeringos: mejor dicho, el olor que subía cada mañana por nuestras ventanas. Y que algunos domingos el propietario nos regalaba una gran rueda. Creo recordar que se apodaba 'Merengue'... Sí, creo que sí.

El estanco de los Infantes Parra, íntimos amigos de la señorita Laura, punto de reunión donde nuestros pretendientes acudían todas las tardes-noches con alguna guitarra para cantarnos.

La verdad es que recuerdo cada adoquín, cada rincón, cada voz de los arrieros, cabreros etc. a su paso por la calle Benito Suárez, cuando se dirigían hacia la calle Toro, camino de la estación, no sin antes pasarse por la fragua, la herrería o la fábrica del jabón.

Recuerdo el pozo de la familia Torres. Trini, Paquita Maribel, de donde sacábamos el agua para la limpieza del colegio. Recuerdo el toque de las campanas .Y siempre me he preguntado cómo podíamos dormir, ya que la torre estaba encima de nuestras cabezas.

Pero un verano, no recuerdo el año, cuando fui al pueblo de vacaciones encontré que este edificio cargado de historia había desaparecido como por arte de magia, como la placa conmemorativa que indicaba que ahí había estado la señorita Laura. Con ello, desapareció parte de mi historia.