lunes, 24 de septiembre de 2012

Las reinas del otoño

23-09-2012 11:26

Durante la primavera y el verano hemos disfrutado del color verde como el mejor representante de la vida. El ha sido el protagonista. En septiembre empieza un festival para la vista, de la lucha de muchas especies para ver cuál luce más atractiva. Son, las reinas del otoño.

Podemos disfrutarlo en los parques y avenidas. También las aves notan la llegada otoñal. Empiezan a regresar a regiones más cálidas.

Nosotros hemos vuelto de las vacaciones y hemos emprendido de nuevo nuestros trabajos. Los chicos van a sus colegios. Y ya se siente por mi calle la algarabía, cuyas voces se mezclan con el aleteo de los pájaros en su retirada. Esta estación nos ofrece igualdad de duración entre la noche y el día, nos deja progresivamente un acortamiento de horas de luz solar, que nos influye mucho en el modo de vivir. Una estación que, para mi, representa la madurez de la vida.

Etapa en la que se produce el cambio de la estación seca, a la que nos trae los primeros aires frescos, vientos y tempestades.

Por consiguiente, el recogimiento del invierno. Me provoca tristeza y melancolía; no sé si es por mi condición o es algo generalizado. De todas formas no dejo de reconocer lo maravilloso de esta estación que, limpia, siembra, abona y prepara todo para que la próxima primavera pueda volver al ciclo más bonito del año, con su precioso colorido, perfumes y un sin fin de variadas especies.

Modesto es el otoño
como los leñadores
Cuesta mucho
sacar todas las hojas
de todos los árboles
de todos los países.
La primavera
las cosió volando
y ahora, hay que dejarlas
caer como si fueran pájaros amarillos
No es fácil.
(Una estrofa de 'Loa al otoño', de Neruda).

lunes, 17 de septiembre de 2012

Añoranzas romeras de una perota

"Este año, después de 16 sin poder ir, volví a la romería de la Virgen de Flores acompañada por mi madre. Bajo un calor sofocante, hicimos el camino hacia el convento, aunque yo no iba de romera. Mi hermano venía algo más atrás con los caballistas, con su traje típico y acompañando a la Virgen por todo el recorrido hasta llegar al convento.

Al verlo, me vino el recuerdo de aquellas romerías cuando los cuatro hermanos éramos pequeños. Eran otros tiempos. No se hacían casetas. Mis padres tendían una manta debajo de un olivo. Y allí nos sentábamos a compartir risas, bailes, comida y travesuras infantiles".

Me dice la protagonista de esta historia: "Ángeles, aún conservo unas fotos muy entrañables que te envío. Siento mucha nostalgia el año que no puedo ir al santuario. En esta ocasión ha sido un poco diferente, pero entrañable".


"La acompañamos bajo el ardiente calor, oímos la misa, tomamos un refrigerio y volvimos a la capilla a decir adiós a nuestra Virgen. Teníamos que volver a La Línea pero nos marchamos muy satisfechas".

Esto me cuenta Flores Gálvez Aranda, una joven perota que por motivos de trabajo se encuentra fuera de su querido pueblo. ¿Cabe mayor sentimiento? Te comprendo perfectamente, paisana.

A mi, se me ponen los pelos de punta cuando oigo a los romeros diciendo: "Vamos a cantar a la Virgen de Flores, vamos a cantar". Y aquello de "¡Levántate, que vamos de romería!".

martes, 11 de septiembre de 2012

El sonido del silencio

08-09-2012 12:20

En el parque de Garajonay, en la isla canaria de la Gomera, se atesoran, por un lado, fósiles vivientes de las junglas cálidas y húmedas que poblaron la región mediterránea en el terciario. Por otro, protegen una extraordinaria cantidad de especies únicas, producto de su aislamiento genético. Finalmente, concentran una sorprendente densidad de árboles viejos.

Pero, además, de su altísimo valor biológico, Garajonay contribuye al desarrollo sostenible de todo un territorio en sus aspectos ambiental, social y económico, reconocidos por la Unesco, que lo declaró patrimonio de la humanidad en el año 1986.

Pues bien, la Gomera ha ardido y sabemos que lo más importante en un incendio es la pérdida de vidas humanas. Es verdad, lo primero son las vidas, pero en este caso el daño producido en la naturaleza de este incendio es irrecuperable.

Este bosque lleva formándose muchísimos años y su riqueza biológica es incalculable. Desde mi punto de vista y, según he oído, se tardó en pedir ayuda y la coordinación, no ha sido muy acertada. Con la extensión total de este fuego, se ha perdido una gran parte del último reducto de la era terciaria del viejo mundo.

Una amiga me comentaba que en su salida para hacer unas fotos del panorama, lo que más le asombró fue el gran silencio existente. No se oía ningún sonido de animales, pájaros, perros, estaban todos escondidos, y los que no, muertos.

El sonido del silencio es lo que más le ha impactado. Más que la vista de las llamas. Y el silencio de los alisios, de los pájaros, el silbido ahogado de tantas gargantas; sólo se oía el motor de su coche, pues ni ella ni su familia acertaban a decir palabras. ¿Cómo podría ser, si todo huele a tierra quemada?
Y en medio de tanto dolor, sólo puedo admirar a esas personas que en la desgracia aún saben levantar la cabeza con toda entereza. Decir lo siento, es poco. Me pongo en su lugar.

"Gracias por su visita"

02-09-2012 13:09

Mis sentimientos la mañana del 10 de agosto, después de una noche calurosa, eran de agradecimiento. Sentada en la cama desde donde se divisaba un precioso amanecer en los montes de Ciudad Jardín, más exacto en Hacienda Los Montes, reflexioné, sobre el poder de la mente. Aprender a soñar y recordar es un poder exclusivo de la misma.

Desde pequeños se nos enseña que debemos aprender de nuestros errores, que son los que nos conducen al fracaso. ¿Pero cómo vamos a aprender si nunca admitimos nuestras equivocaciones? Y creo que por eso andan así las cosas en el mundo, en concreto con lo que más cerca tenemos, España.

Hemos cometido el error de creernos que todo lo que nuestros mayores han labrado para nuestro futuro nos ha sido entregado para el despilfarro. Nos hemos lanzando a vivir de una manera permisiva en todos los sentidos, y aquí estamos todos, hundiéndonos en la desesperación.

Estamos en feria, esa feria que recuerdo de hace años atrás. ¿Cuantos? Pues aquella de los 60, cuando el salario hacía verdadero honor a su nombre, 'mínimo'. El recinto Eduardo Ocón; el paseo de la Farola, hasta donde llegaban los carricoches, que desde la plaza de la Malagueta se extendían hasta la Farola culminando con la noria gigante.

Años de apertura a un futuro que al parecer nos estamos cargando. Pues bien, este año la noria ha sido tan gigante que tuvieron que informar a los aviones que llegaban al aeropuerto de su ubicación. La feria del centro, en mi opinión, al menos por las tardes, más me ha parecido un botellón gigante. Y es que decidimos bajar por la 'fresquita' debido a la gran ola de calor, y resultó una odisea llegar desde Carretería a calle Larios.

Pero nuestra suerte fue que se nos ocurrió bajar el día de la víspera y disfrutamos de unas calles preciosas, limpias y engalanadas. En el pasaje de Chinitas, mi sobrina, mi amiga y yo pudimos degustar la fritura de 'pescaítos' que tanta ilusión me hacía. Recogí una servilleta de papel donde se podía leer: "Gracias por su visita".

Aprender a vivir

12-08-2012 12:27 

Hoy viernes 27 de julio. Un día suave en temperatura, el sol juega al escondite. Me levanto con energía casi para repartir. El día en Tacoronte es de color gris. Una temperatura ideal en estos momentos, que sirve para refrescar este caluroso verano. ¡Me encanta este tiempo!

Mientras desayuno, pienso que sólo en horas estaré en Málaga. Y quiero compartir con vosotros algunas reflexiones.

La vida en España no está para tirar cohetes. Pero aún quiero creer que hay esperanzas. Mientras caminamos, vamos viendo a nuestro alrededor, un bombardeo de noticias pesimistas que nos llaman la atención, pero al final vemos como todos seguimos caminando.

Los aeropuertos con largas colas de embarque que me llaman poderosamente la atención. Que a pesar de la crisis las gentes seguimos viajando como en los mejores tiempos. (Bueno, con alunas variantes, algunas restricciones de todos conocidas).

Estamos preocupados, pero le echamos valor y damos otro capotazo al toro de la vida.

Rompemos el cerdito de cerámica donde íbamos echando monedas tras monedas. Nos lanzamos a la aventura. Un vistazo en la agencia a la mejor oferta y... ¡allá vamos!

Disfrutamos del paisaje que vemos cada día desde arriba. La vista desde lo alto nos hace sentirnos mejor. Y de momento mi única atención se concentra en el paisaje.

Por un par de horas vivo a mi ritmo, desde aquí veo las cosas con más nitidez, pienso en las cosas de la vida y voy sumando a mi aprendizaje nuevos conocimientos.

En estos momentos no tengo prisa, sé que la hora está programada. Y me hace ver que la vida es así, un tiempo programado que por mucho que intentemos acelerarlo es inútil.

Mi reflexión de hoy es: aprendo a vivir, sin prisas, sin carreras, subiendo cada día como peldaños de escaleras, uno a uno, pero aprendiendo también a disfrutar del paseo hermoso, de este tiempo que es nuestra vida.