¡Cuánto hace que no oía al despertar el sonido que hacen los pájaros entre las ramas de los árboles al fabricar su nido!
Hoy, al abrir la ventana de mi cocina, mi nieto Alonso vio un mirlo negro en el suelo del jardín, pensó que era una paloma.
Le dije que no se moviera y no hablara. Los dos atentos nos dimos cuenta de que era mi amigo el mirlo. Es fiel al lugar. Todos los años viene, puede ser él o su hijo, no los distingo pero vienen y hacen el nido cada año más cerca de mí. Esta vez en el laurel de indias de mi patio. Que también ha crecido mucho.
Cuando vemos que el mirlo con una rama en su pico, alza el vuelo y se adentra entre las ramas del laurel. Con un repiqueteo de las ramas, parece que esta mañana el cielo ha empezado un anuncio de primavera...y en mi patio un mirlo prepara el hogar de sus nuevos descendientes, haciendo que el misterio de la vida se realice. Algo nuevo y misterioso está sucediendo muy cerquita de nosotros y mi nieto ha aprendido una preciosa lección.
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