Hoy al despertarme me he asomado
a la ventana y como de costumbre en mí, la mirada ha sido para el horizonte.
Cielo gris. Caía una brisa mañanera y de entre las
ramas de las palmeras, he oído mil preguntas.
¿Qué día es hoy? 5 de enero, me respondo. Día de
chavales impacientes, jolgorio que no se acaba, ilusión entre las gentes
comprando los regalos y haciendo preparativos en las casas, donde estos
regalos, pronto estarán en los zapatos limpios y bien colocados en el lugar más
apropiado para que los Reyes dejen los juguetes que les han pedido en sus
cartas.
A eso de las 11, el sol lucía con todo esplendor.
Mis niños han ido a la plaza del Cristo donde los imagino pasando bomba.
Mientras les preparo el almuerzo oigo desde mi patio
la fiesta y me pregunto. ¿Que estará pasando por sus mentes infantiles?
Sin poder evitarlo mi mente vuela a esos años
vividos en mi pueblo, Álora, que me hicieron tan felices. Y me alegro por los
niños de ahora ya que ellos al igual que yo en aquellos años de pos guerra, no
entienden de crisis, de posibles desatinos, ni de que algo malo les pueda
suceder. En una palabra hoy es su gran día. Ellos y los Reyes de oriente, son
los protagonistas.
Más allá me imagino tres camellos aun dormidos, a
los que pronto veremos cargados de paquetes llenos de ilusiones, donde van los
deseos de niños y mayores, que aún en el fondo conservan las misma esperanzas
de que los reyes le tengan alguna sorpresa agradable, al igual que en su niñez.
Yo hoy, tengo todo lo que necesito. Pero también les
he enviado una carta pidiendo por España y por el mundo. Que traigan cordura
para sus gobernantes. Mis mejores deseos para todos vosotros que estáis viendo
estas líneas.
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