Esta mañana
la luz del sol al darme en la cara, me despertó.
Ya los Mirlos invitaban a sus hijos a
desayunar y formaron un revoloteo,
distinto al
de todos los días.
Hoy es para
ellos un día especial.
Empieza...a
la primavera.
Los
pajarillos en plena libertad, sin sentirse abatidos por el viento,
han
madrugado mucho, disfrutan, el verde limpio de los campos,
donde
mientras ellos vuelan respirando pureza el amarillo de las flores,
el violeta
de la malva, el verde de las palmeras.
Otros seres,
como los perros y las aves de corral,
afinan sus
gargantas para participar juntos en esta sinfonía
que han
orquestado para al igual que Vivaldi,
rendir su
propio homenaje a esta nueva estación,
donde
despiertan a la vida de nuevos sentimientos.
Los jóvenes
se enamoran, y en estas fechas
todos se
sienten llenos de esa alegre vitalidad,
que da lugar
a la vida.
Por eso esta
mañana se extinguieron las farolas,
pues la
sonrisa del sol les quitaba su función.
Estallaron
los colores volviendo al mundo
en tapiz de
violetas y mandarina,
disfrazando
de azafrán, los prados y las colinas.
Así
estallaron las flores, despacito, ofreciendo sus olores,
y se calló
de repente hasta la voz del ruido.
Un conductor
mañanero, si notar lo que pasaba,
con el ruido
del coche, asustó a la madrugada
indicando
que los sueños, son solo para las noches.
Mas creo que
no es así, solo mirar las palmeras el cielo
y el mar azul,
despierta me hacen soñar
al contemplar
la labor de la estación Primavera.
María de los Ángeles López.
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