viernes, 19 de abril de 2013

MI PUEBLO (Álora 1963).




Yo recuerdo con cariño ese lugar.
Era un pueblo de calma sosegada. Un pueblo que de niña me acogió, 
del que tengo muchísima nostalgia.
Cuando, de él me marché, y me encontré en la ciudad.
Me deslumbró su grandeza, su luz y su hermosura,
allí me quedé pegada, cual mariposa al candil
por esa luz deslumbrada.
¡Yo me sentía feliz!... ¡Pero no me acostumbraba!.
Al caminar por las calles, me sentía diferente.
¡No eran esos mis caminos, no eran esas mis gentes!.
Las personas caminaban, como en una gran carrera,
para llegar a sus metas. ¡Como si las persiguieran!.
Que diferentes que son las casas de la ciudad,
unas encima de otra...y para subir a ellas,
yo me canso mucho más, que cuando subo de la vega.
Me ofrecen el ascensor pero... ¡Señor, yo no puedo!,
ya que me da mucho miedo, meterme en ese cajón.
Y en la calle... ¿Qué te cuento?.
Pues... no te dejan los coches cruzar a la otra acera
hasta después de varios intentos.
Para cruzar la ciudad, cogen el metro, ¡que horror!,
Todo está frío y oscuro. ¡Cristiana, yo se lo juro!
¡Caminando, voy mejor!.
Por esto y por otras cosas, dando vueltas al pensamiento,
de haberme marchado del pueblo...
¡les digo que me arrepiento!
¡Quiero sentir aire puro, ese aire de mi valle!.
¡Quiero ver de nuevo el río!. ¡Quiero volver a mis calles!.
¡Quiero como el pájaro libre, alzar mis alas al vuelo!
Y así en paz y tranquila, hasta que me llame el cielo para entregarle la vida.

María Ángeles López.

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