Me he quedado dormida en el sillón mientras veía la televisión. Sólo en el subconsciente oigo un ronroneo de la música de fondo que me causa letargo. Pienso que tal vez es un sueño. Busco, pregunto y llamo a esa felicidad de mi niñez: las dos juntas, compañeras de infancia, solíamos jugar.
Ella reía fuerte cuando corría conmigo cruzando el olivar para escondernos y que las demás compañeras no nos vieran. Se sentaba junto a mí en esa roca al pie de la torre del convento, oyendo las historias que yo leía. Mirábamos hacia los llanos. Seguíamos con la mirada fija en las sierras de Antequera. Veíamos pasar el tren por la vega. Los gorriones picaban las florecillas saltando alegremente de rama en rama. Íbamos al almencino y, cogiendo una caña preparada para el caso, nos lanzábamos los huesos a ver quién era la que mejor puntería tenía. Ahora suena el ángelus. ¡Corre corre, que suenan las campanas! ¡Anda que no llegamos! Volvemos corriendo a reunirnos con el grupo, jadeantes y contentas por nuestro recreo.
Me despierto sobresaltada. Y ¿ellas? ¿Dónde fueron ellas? ¿Dónde estas tú? Me pregunto sin encontrar respuesta alguna a mi sorpresa. La felicidad se había quedado atrapada dentro del sueño, no tuvo tiempo de llegar junto a mí al toque de la campana. Ahora me tendría que acostumbrar de nuevo a vivir sin ella, pero esta vez, con sus recuerdo, había aprendido a reír, jugar y saborear todo lo bueno que me rodeaba; lección guardada.
Un día, alguien me hizo esta reflexión: La vida es como un viaje en tren, algunos comienzan el viaje junto a ti, otros se montan a la mitad del camino, muchos se bajan antes de que llegues al final de tu viaje y muy pocos permanecen junto a ti hasta el final. Pero cada una de estas personas dejan algo en tu corazón que recordarás a lo largo de este hermoso viaje que es la vida.
Pues, efectivamente, esa felicidad infantil dejó en mi muchas cosas buenas que aún conservo. Las personas que convivieron conmigo en la infancia me dejaron marcados una serie de recuerdos que junto a los de la felicidad se funden convirtiéndose en la nostalgia que ahora me acompaña en estos años de añoranza.
Bajo la ventana de este tren de la vida e intento disfrutar el último trayecto del viaje: no sé cuándo llegará mi parada. Vivo cada momento desde un deseo febril de encontrar rostros del pasado. Se agregan nuevas personas, hacemos buena amistad que nos ayuda a seguir el viaje de forma más entrañable.
Nuevamente aparece mi amiga la felicidad y así pienso recorrer mi camino hasta la estación final. ¿Será verdad eso que alguien me ha comentado? Ya no nos queda tiempo... Del poco que me quede, te digo: ¡Gracias, felicidad! No te vuelvas a retirar de mi lado. No me abandones.
15-11-2011 11:41:40 Maria angeles Lopez dice:
ResponderEliminarCristina cuando hablo de nuevos pasajeros me refiero a todos los que en mi última etapa he tenido el honor de conocer. Tu, muy importante para mi. Gracias y espero que el recorrido sea de lo mas alegre y fantástico posible Junto a estos niños que Dios ha puesto en nuestro recorrido. Un abrazo y gracias.
15-11-2011 11:31:39 Maria angeles Lopez dice:
Gracias a usted Señor Requena por su amabilidad y comentar siempre lo que cuento. Ya sabe.. opiniones de una abuela llena de esperamzas. Un abrazo.
15-11-2011 01:22:48 Cristina dice:
Como siempre, me encanta como escribes tus pensamientos y expresas los sentimientos. Solo puedo decirte que yo estoy encantado de haber subido a tu tren, y de paso, que tu estés subida en el mio. Baje quien baje primero, por mi parte me considero afortunada de compartir un poco del viaje, porque ha sido reconfortante para mi tener tu amistad. Un beso.
14-11-2011 23:18:08 Manuel Requena dice:
Que tu viaje siga siendo feliz y que el trayecto sea largo y gozoso. Gracias por tu fresco optimismo. Un Abrazo.
14-11-2011 21:46:26 Maria angeles Lopez dice:
Paquita eso es muy entrañable. Recuerda lo que ella siempre nos decia. Que nos veria a todas juntas en el mismo lugar. Se ve que como tanto nos queria... PUE SI.Estará rogando por todas sus niñas , tenlo por seguro. Un abrazo y gracias por tu amable comentario.
14-11-2011 19:16:19 paquita dice:
Angeles,es un sueño precioso, pero lo mejor de todo es que yo formo parte de el en un rinconcito de tu memoria y en ese tren de la vida que no sabemos en que estación nos apearemos, ni el día ni la hora, lo que se seguro es que alguien muy querido nos estará esperando para darnos ese abrazo que tanto deseamos. Besos.
14-11-2011 18:41:56 M. Angeles.lopez dice:
Amigo Totero efectivamente. Asi me parece a mi, no se si capricho o tiene otros motivos mas profundos, pero que te pilla desprevenido, eso es cañón. Para nosotros es penoso. ¿Sería mejor saberlo?. no lo creo. Por eso a vivir lo mas feliz posible dentro de nuestras posibilidades. Gracias y un abrazo entrañable pasajero.
14-11-2011 17:38:35 Maria angeles Lopez dice:
Se intenta. ¿para que estar tristes si esto es mas divertido?. Ya tenemos muchos momentos innombrables. Esos verdaderamente amargos hay que ir dejandolos atras. Un afectuoso saludo y gracias por su amable comentario.
14-11-2011 17:32:13 Maria angeles Lopez dice:
«Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira». No hay de otra, amigo José. Mi tendencia es a ver lo positivo y olvidar lo negativo. ¿Que le hago?. un abrazo y muchas gracias por el comentario.
14-11-2011 09:03:43 Totero dice:
Me temo Angeles que no tenemos estación final predeterminada. El final del viaje lo marca un revisor caprichoso, que un día aparece en el vagón y te obliga a bajar, porque tu billete ha caducado. Pero jamás va a hacer eso en la estación que quieres...
14-11-2011 09:00:30 Jose Antonio Ramos dice:
Precioso relato y emotiva reflexión. ¡Ay, los recuerdos! Todos son imborrables. Y los sueños nos hacen vivir lo que ya es imposible y ser felices de nuevo. Salud(os), "compañera".
13-11-2011 22:32:11 Jose dice:
Calderón dijo aquello de los sueños -y el desengaño del despertar-. Los que vivimos siglos después tenemos la nota optimista de tus artículos. Tenemos más suerte, sin duda, que los que vivieron en aquella sociedad.