Como Gulliver en el país de los enanos

18-06-2011 13:38

No me imaginaba celebrar el bautizo y comunión de mis nietos en un lugar tan bonito. Nos dieron una sorpresa. Este lugar, llamado Pueblo Chico, está situado dentro de un parque temático en la Orotava, donde hay restaurante con terrazas semidescubiertas, parques, jardines increíbles y discoteca.

Después de la celebración, entramos en el parque, pues los niños y los mayores, teníamos mucha ilusión por verlo. Allí nos divertimos.

Una buena cantidad de metros cuadrados ajardinados, dedicados con sus maquetas en miniatura a lo mejor de la arquitectura y paisajes de Canarias.

Un parque con un encanto especial en un lugar de magia. Los movimientos, sonidos y esa vida en miniatura nos hizo sentir como Gulliver en el país de los enanos.

Me informo y esta ciudad está en constante cambio según la época. Cuando llega la Navidad, los carnavales, Semana Santa, Pueblo Chico acompaña también estos acontecimientos 'vistiéndose' para cada ocasión. Observo a mis nietos y sus amiguitos correteando de un lado para otro descubriendo ese mundo encantado. El Puerto de Santa Cruz con los barcos navegando y tocando la sirena. La famosa 'farola del mar'. El aeropuerto de Los Rodeos, el Reina Sofía, los aviones por la pista situándose para el despegue, una réplica exacta. Lo mas entrañable, el Teide.

Vuelven corriendo los niños. "¡Abuela, abuela! Ahí, hay una cueva. No nos dejan entrar si no nos acompaña algún mayor". Al fin llegamos y nos sirvió de refugio mientras íbamos descubriendo esa preciosa gruta con una sala auditorio para celebrar actos. Ellos, como se suele decir, alucinaban.

En Pueblo Chico todo está preparado para que parezca una auténtica realidad en miniatura. Ellos se han sentido, verdaderos gigantes.

Nos marchamos con la promesa de volver, ya que empezó a caer una lluvia finita, pero molesta, y regresamos al restaurante. Allí, las madres y abuelas, esperando que los hombres terminaran su última copa, vigilamos a los dos gemelos, Daniel y Marta, que hicieron las delicias del día al igual que todos los amiguitos de Martín y Leire, los protagonistas.

El grupo de chiquillos, al lanzar sus globos de helio, los veían pegarse al techo y pedían ayuda para rescatarlos. Esos globos, en mi pensamiento, se asemejaban a los pensamientos de Martín, que se sentía feliz y contento por tener un nuevo amigo, Jesús.

Así terminó esa celebración entrañable que mis nietos no podrán olvidar nunca. Quisimos que fuese como un día de cuentos en un país encantado donde se sintieran protagonistas y felices.