Una vez leí una historia sobre un filósofo de Oriente que contó a sus discípulos que varios hombres habían quedado atrapados en una caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo y uno de ellos logró encender una pequeña tea. La luz que daba era tan escasa que aún así no conseguían ver. Se le ocurrió que compartiendo su pequeña tea con los demás conseguiría que éstos encendieran también las suyas y así compartiendo su llama con todos, la caverna se iluminó. Uno de sus discípulos preguntó: ¿Maestro qué nos enseña a nosotros este relato? Y él contestó: Nos enseña que si no compartimos nuestra luz con los demás, sigue siendo oscuridad y que al compartirla, no se desvanece, al contrario la hace crecer.
Cuando empecé a contar los años de mi vida en el colegio de la señorita Laura, pensé como el hombre de esta historia y me propuse que las demás niñas, que estuvieron compartiendo juntas esos años de internado, aportaran sus recuerdos que, al igual que esas llamas de las pequeñas antorchas, darían luz a la historia de esta santa mujer que entregó su vida al servicio de los demás.
Entonces empecé a buscar a todas esas compañeras, para que se unieran conmigo y así se pudiesen recoger opiniones de distintas fuentes. Una vela puede encender muchas más, y hacer que se ilumine esta historia, de una señora que todas tuvimos la suerte de conocer muy en profundidad. Con esa colaboración quise recopilar todo lo posible para darlo a conocer a muchas personas.
Grande fue mi asombro ante la coincidencia exacta de todas las versiones conseguidas desde distintos puntos de España, donde hoy se encuentran esas que fueron 'sus niñas'.
Se da el caso de que todas hemos estado muchos años sin saber unas de otras, mas poco a poco nos hemos ido encontrando y la participación ha sido secundada por muchas de ellas. Asistimos con mucho cariño al homenaje que tuvo lugar en Álora en el mes de marzo del presente año. Yo, si es posible que en este medio se pueda difundir esta entrañable historia, quedaría muy contenta. Será una buena ocasión, quizás la única, de que los malagueños conozcan algo a esta gran mujer que fue Laura Aguirre Hilla. Nuestra paisana malagueña residente en Álora por su propia elección, obedeciendo la llamada de Dios. Con mucho gusto y para todos aquellos que me lo han pedido y a los que lo deseen, estoy dispuesta a ofreceros más capítulos dedicados a su vida compartida en Álora , con los más humildes.
A raíz de esta llamada, me han empezado a llegar cartas de muchas compañeras. Aquí les ofrezco una de ellas.
Isabel Aranda Gálvez me escribe desde Santa Cristina de Aro. Entre saludos y comentarios de alegría al ver que me acordaba de ella después de haber pasado casi 50 años sin saber la una de la otra. Y me escribe largo y tendido, aunque sólo he escogido lo siguiente: "Laura fue para mí, mi segunda madre. Mejor dicho, en aquellos diez años fue mi madre. Sacrificó toda su vida, dejando su comodidad y bienestar social para ayudar a niñas pobres, de aquellos tiempos de posguerra , cuando todo era miseria. No me faltó lo principal: Comida, ropa, educación y, sobre todo, el cariño. A cambio de nada. ¡Todo se lo debo a ella!
"Benditos diez años los que viví al lado de una santa. Me acogió a la edad de 6 años. Mis padres tenían siete hijos más. Se marcharon al Centenillo, ya que mi padre trabajó en las minas, y tenía que sacarlos a todos hacia adelante. La señorita, con su burro y su gran corazón, pedía limosna por los cortijos y por el pueblo para que a sus niñas no les faltara de nada. Allí aprendí todo lo necesario: leer, escribir, bordar, coser, para hacerme capaz de defenderme en la vida. A los 16 años me marché del colegio con mucha pena. Nunca he olvidado lo que viví en aquella casa.
"¡Gracias, señorita Laura! De mi vida se han borrado muchos recuerdos, pero del tuyo y tu sonrisa jamás me olvidaré. Gracias; me considero una persona muy afortunada por haber vivido tan cerca de ti. Te querré siempre".
30-11-2010 18:08:37 concepcion menjibar dice:
ResponderEliminarQue bien que encontraras a antiguas compañeras de colegio para recordar tu niñez y saber que piensan igual que tu .Para compartir lo que tu sientes ,ellas te entenderan mejor que nadie.
18-11-2010 23:33:39 Monica dice:
En el corazón de mi madre (Isabel) siempre hay palabras y recuerdos para sus compañeras del colegio, sus profesoras y en especial para la señorita Laura. Cada noticia que recibe sobre su antiguo colegio la llenan de alegria y nostalgia. Gracias por publicar sus palabras. Un abrazo.
18-11-2010 22:35:47 Jose dice:
¡Qué ternura se desprende de los artículos de esta mujer! Sin duda, la Srta. Laura, además, sembró algo que hoy en día está casi en desuso: la gratitud.
18-11-2010 13:58:18 Totero dice:
Una de las cosas más hermosas que podemos hacer por los que ya no están, es inmortalizar su memoria con nuestro recuerdo.. Un abrazo
18-11-2010 13:33:31 Maria angeles Lopez dice:
Estimado José Luis. Efectivamente, es como usted dice. Intento compartir esta historía. Creo que habrá personas a las que no le resulte atractivo. Pero me siento en la obligación de hacerla conocer. El cielo es algo incomprendido por nuestros razonamientos, pero ella me dio muchas lecciones y muestras de esa fe me la dejó "tatuada". Ella me enseñó a creer. Un saludo y gracias.
18-11-2010 01:05:32 Jose Luis Delgado Rosa dice:
Estos relatos sobre la Sta. Laura, son los pasajes de una vida entregada a dar amor al semejante. M. de los Angeles, si existe el Cielo, no dude que ella estará allí, al igual que está en su corazón.